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Tumbas etruscas en la necropolis de Tarquinia

En el centro de Italia, desde el siglo VIII a.C., se desarrolló la cultura etrusca. Asentados entre los ríos Arno y Tíber y en la costa mediterránea, este pueblo floreciente dejó sus huellas en su enigmático arte. Sus reminiscencias griegas son indiscutibles; durante casi seis siglos estuvo supeditado al arte jónico del Asia Menor, y fue intensamente influenciado por el arte corintio, ático y helenístico.

La arquitectura, la cerámica y las artes plásticas de los etruscos merecen mayor atención de lo que se cree. Su arte fue ecléctico y su evolución, constante. Gracias a su gran repertorio temático hoy conocemos cómo era la vida cotidiana etrusca; podemos ver representados los banquetes, las danzas, las guerras y las variadas escenas domésticas. La fase jónica-etrusca (550-490 a.c.) coincide con el arcaísmo griego y las pinturas parietales de la necrópolis de Tarquinia, provincia de Viterbo, son uno de los mejores ejemplos de este periodo. De entre alrededor de 6.000 tumbas, podemos destacar:

Tumba de los Toros: que retrata en su escena principal a Aquiles observando a Troilo. La tumba cuenta con tres cámaras: la principal casi cuadrada y dos rectángulos menores abiertas en la pared del fondo. La decoración es sobria y se limita los tres frontones de las tres estancias con los habituales frisos a base de bandas superpuestas de color y un friso figurado.

Tumba de los Augures: de una única cámara rectangular, cuenta con un friso que ocupa casi todo el espacio de las paredes, enmarcado por una banda de color arriba y un zócalo reducido abajo. En sus representaciones muestra las competencias deportivas violentas dentro de los ritos fúnebres.

Tumba de las Leonas: Cuyo tema festivo muestra el banquete y la danza, además de las columnas protodóricas pintadas sobre la pared. En el frontón aparecen pintadas dos panteras o leonas, personajes en escena de banquete, músicos, bailarines. Generalmente encontramos cinco colores (blanco, negro, amarillo, rojo y azul) puros o mezclados; la piel de las mujeres es amarillenta, mientras que la de los hombres es rojiza.

Tumba de la caza y de la pesca: con paisajes, aves y demás elementos naturales, enmarcando a la figura de un zambullidor. También encontramos representaciones una danza de hombres semidesnudos, todos más pequeños que la vegetación circundante, y una escena de retorno de cacería con dos jinetes y perros, entre la vegetación. En su segunda cámara vemos escenas de caza y de pesca en un mar ondulante donde nadan los delfines.

Tumba del Barón: un friso con pinturas relativas a la vida del fallecido recorre todas las paredes, mostrando personaje relacionado con el rito y ofrendas fúnebres: dos hombres entregando una copa, un adolescente que toca la flauta, caballos y árboles que dividen las figuras.

Estas y muchas otras tumbas etruscas tienen una notable importancia por el nivel artístico y carácter documental pues se trata del más destacado ejemplo de arte figurativo prerromano en Italia. Desde sus primeros pasos, los etruscos nos dejaron inmortalizados muchos de los aspectos de la vida cotidiana, de las creencias y de los ritos populares que nos ayudan hoy a conocerlos mejor.

Foto vía: mysteriousetruscans