La Isola Tiberina y el culto a Esculapio
Roma esconde muchos lugares mágicos y llenos de encanto, y uno de ellos es la Isla Tiberina. Se trata de una isla fluvial que se alza en medio de las aguas del Tíber, entre el Ponte Garibaldi y el Ponte Palatino, y es la isla habitada más pequeña del mundo.
Está conectada con tierra firme desde el año 62 a.C., por el Ponte Fabricio , que es el más antiguo de la ciudad que todavía permanece en pie, y el Ponte Cestio. Antes otro puente, en la parte sur de la isla, también cumplía esta función, pero hoy día el Ponte Rotto queda tan solo como vestigio del pasado y nos recuerda con lo que queda de su decadente figura que fue el primer puente de Roma hecho de piedra.
Lo que más destaca en la isla es la basílica del siglo X, Chiesa di San Bartolomeo, y el hospital Fatebenefratelli, pero lo que más hay que admirar en la isla es precisamente lo que hoy ya no está, puesto que la basílica se construyó sobre las ruinas de un templo romano muy especial.
Ovidio, en su obra magna Metamorfosis, nos habla de los orígenes de este templo, en el siglo III a.C., y del culto que se realizaba en la isla. El templo se dedicó a Esculapio, dios de la medicina y la curación, que los romanos adoptaron del griego Asclepios. Según la leyenda de Ovidio, qu recoge de la tradición mitológica romana, una terrible peste asolaba Roma y, al dirigirse una comitiva a la griega Delfos a rogar a Apolo que terminara con tamaña desgracia, el dios les hizo saber que no sería él sino su hijo, Asclepios, quien les ayudaría. Buscaron la estatua del dios que habrían de llevar a Roma para que les sanase y se les apareció el dios. Se transformó en serpiente (símbolo incluso hoy de la medicina) y subió a la nave que, tras un periplo por las costas griegas e italianas, llegó al río Tíber.
Y fue entonces cuando Asclepios-Esculapio decidió asentarse en la Isola Tiberina: «se yergue la serpiente y mueve el cuello recostado en lo alto del mástil y contempla en derredor la morada adecuada para sí. El río se divide en dos partes (…) y alarga brazos iguales con la tierra en medio. Allí se dirigió la serpiente hija de Febo desde la barca latina y, volviendo a su apariencia celestial, puso fin al dolor y llegó a la ciudad como portador de salud».
– Información práctica:
- Se puede llegar en bus: a Lungotevere Pierleoni
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Foto Vía: lorenzopiludu

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