El Arco de los Argentarios, en Roma

Arco de los Argentarios

Para todo viajero que haya elegido a la capital italiana como destino, posee un laberinto de calles sin fin, en el que cada paso nos depara una nueva joya arquitectónica. Y esto cuenta no solo para los grandes monumentos, sino también para pequeñas perlas ocultas que la ciudad guarda celosamente entre sus edificios más convencionales.

Tal es el caso del Arco de los Argentarios. Lejos de ser un arco de proporciones inmensas, este monumento consta de una puerta más bien pequeña que ha quedado unida al pórtico de la iglesia de San Giorgio al Velabro.

Sin necesidad de ostentar grandes dimensiones, esta imponente construcción destaca por su historia y la belleza de sus líneas. Si bien se lo llama “arco”, este monumento es una puerta arquitrabada que no condice con las características de los arcos convencionales.

Sus orígenes se remontan al año 204 de nuestra era, cuando la antigua vía del vicum Jugarium desembocaba en la plaza del Foro Boario. Como su nombre nos permite adivinar, fue dedicada a los banqueros y comerciantes del lugar, además de honrar a numerosos personajes importantes de la época.

Las inscripciones mostraban en el momento de su realización un buen número de nombres a los que se dedicaba la puerta, pero con los avatares políticos de la época muchos de ellos fueron borrados.

A lo largo de sus 6.80 metros de alto y 5.86 metros de ancho, la puerta de mármol blanco y travertino cuenta con numerosos ornamentos realizados en grabado, con motivos vegetales que no dejan espacio sin decorar.

Algunos de los bajorrelieves con los que cuenta muestran las figuras de Hércules y la de un genio desconocido. También muestra escenas de sacrificio y, por supuesto, los nombres de los altos personajes honrados con su construcción: Septimio Severo, Caracalla, sus mujeres y César Geta. Una de las muchas curiosidades que Roma.

Foto Vía: Angel

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