Ponte Vecchio, uniendo Florencia
Al pensar en Florencia, hay una imagen que viene a la cabeza de todo el mundo, y en esa imagen está sin duda el Ponte Vecchio. Mucho más que simple conexión entre las dos orillas de Arno, este puente ha sido escenario de la vida económica de la ciudad durante siglos.
Con gran relevancia para la vida de Florencia, se ha ido formando su personalidad con historia propia. De hecho, el que toma su nombre por ser el más viejo de los puentes de Florencia, ha sufrido varias fases y reconstrucciones a lo largo de su historia.
Un poco de historia del Ponte Vecchio
La estructura original se remonta a tiempos de los romanos, y estaba construida principalmente por madera. Sin embargo, en 1333 una inundación la destruye, por lo que será reconstruida doce años más tarde por Tadeo Gaddi, esta vez completamente de piedra.
Esta nueva construcción es la que podemos visitar actualmente. Los cinco arcos iniciales que sostenían el puente fueron sustituidos por tres, al mismo tiempo que la parte central era ampliada. A lo largo del mismo, se alinean diferentes tiendas, que alrededor del siglo XV fueron vendidas a particulares, los cuales fueron modificando la imagen del puente mediante ampliaciones y terrazas. Estando la mayoría de las tiendas a cargo de carniceros, verduleros o pescaderos, es en el siglo XVI cuando son reemplazados por los joyeros, proporcionando de esta forma una imagen más limpia y elegante.
Este hecho está conectado con la decisión de Cosimo I de Medici, Duque de Florencia, de conectar el Palazzo Vecchio con el Palazzo Pitti, al que se había mudado. Para ello, ordenó a Giorgio Vasari que construyera un Corredor sobre el puente que uniera ambos palacios. De esta manera, y con los joyeros instalados en el mismo, el olor desagradable y suciedad desaparecían, al mismo tiempo que el camino cobraba otro aire más “lujoso”.
La fama e imagen característica de este puente le han valido para salvarse de lo que podría haber sido su destrucción. Con la retirada de las tropas Nazis en el 1944, fue ordenada la destrucción de todos los puentes de la ciudad, excepto éste. Se dice que esta “discriminación positiva” se debía a un mandato específico de Hitler.
Gracias a este indulto, hoy en día podemos cruzar a la otra orilla del Arno a través de uno de los puentes de piedra de Europa con más historia. Caminando hacia el Palazzo Pitti, podemos detenernos en medio del puente para disfrutar desde una de las dos terrazas que nos ofrecen una bella panorámica de la ciudad dividida por el río.
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