L’Aquila, explorando Abruzos
La región del Abruzzo (Abruzos) es una de las más desconocidas de Italia, quizás por su localización geográfica, dominada por la Cordillera de los Apeninos y en la parte adriática del país transalpino. Se sitúa, para que os hagáis una idea, en la parte de atrás de «la bota», a la altura del tobillo más o menos.
Es una región en la que se combinan los bosques con las llanuras altas de Molise; un lugar seco y muy tranquilo donde el silencio y la aridez se apoderan de sus paisajes. Abruzos ha sido históricamente un lugar de pastoreo, de pueblos de sierra muy ligados a la cordillera más famosa de Italia pero que aún siguen siendo bastante pobres. Aún así guardan el discreto encanto de las zonas rurales, y en un recorrido sosegado, nos permitirá descubrir rincones de gran belleza tradicional, como Alberobello, un pueblo blanco y muy especial que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Pero hoy nos vamos a detener en la capital de Abruzos, L’Aquila, situada a las faldas del monte más alto de los Apeninos, el Gran Sasso. Es esta ciudad, como todos los pueblos de la zona, pobre y antiguo, pero también guarda un encanto especial, el de sus iglesias y mansiones repletas de arte (en realidad como en casi toda Italia). El Duomo de L’Aquila data del año 1257, pero hubo de ser reconstruido en el siglo XVIII tras el terremoto ocurrido en el año 1703. La iglesia de Santa María di Collemaggio es otra de las que merece la pena visitar. Edificada en el siglo XIII y mandada construir por el que posteriormente acabaría siendo Papa Celestino V. En su interior está su mausoleo. Para que os hagáis una idea de cómo es esta iglesia, su fachada sigue los trazados, líneas y colorido de la fachada de Santa María de Novella en Florencia: una fachada de estilo románico en piedra roja y blanca.
Santa Maria di Collemaggio
San Bernardino fue construida entre los años 1454 y 1472 y tiene una fachada renacentista de Nicolo Filotesio y contiene el fantástico mausoleo del santo que le da nombre a la iglesia, construido en el año 1480 por Ariscola. Santa Giusta, del año 1452 contiene el Martirio de San Esteban de Cavalier d’Arpino. Aquí debéis fijarons en su cúpula y sobre todo en su rosetón.
Entre los monumentos más queridos de la ciudad está su Fontana Luminosa, del año 1930, así como también la sobrebia fortaleza construida a mediados del siglo XVI por Pedro de Toledo, el Forte Spagnolo, que actulamente alberga el Museo Nacional de Abruzzo.
Lo cierto es que quizás esta parte de Italia no resulte tan turística como otras, pero no podemos dejar de incluirla si hacemos un recorrido por el país, aunque sólo sea por vivir un par de días la vida más rural y tradicional de Italia.

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