Fachada de la Catedral de Siena

Catedral de Siena

Ubicada en medio de la ciudad de Siena, entre caminos sinuosos y medievales, y flanqueada por la plaza y el Palacio Comunal, se yergue la fantástica Catedral o Duomo di Siena, cuya fachada es una pieza clave en el nacimiento del arte renacentista.

Construida a mediados del siglo XIII, su estilo gótico esconde el germen del Renacimiento en su extraordinaria fachada recubierta de mármol blanco, rojo y verde, su frontón con relieve escultórico ornamentado, sus columnas con diseños variados y, sobre todo, en sus maravillosas esculturas que observan por encima de la cornisa. La mayor parte de los planos de la Catedral fueron obra del gran arquitecto y escultor toscano Nicola Pisano, pero fue su hijo Giovanni quien se encargó de la fachada hacia 1284.

Y es que de esta maravillosa construcción italiana se destaca el programa escultórico que parece haber girado en torno a la Encarnación, dándole un énfasis especial a la Virgen, a quien está dedicado el templo y que era reverenciada en Siena por ser además patrona de la ciudad. No obstante, sólo los restos que han perdurado en la zona de los pórticos permiten reconstruir el proyecto al que va asociado el nombre de Giovanni Pisano. Cuando decidió trabajar en esta fachada, Giovanni no escatimó su talento. Por encima de los niveles de los dinteles hay seis figuras de medio cuerpo de dos caballos, dos leones, un grifo y un toro. Más arriba, en el interior de unos nichos poco profundos que se continúan en los torreones, hay cuatro profetas y diversas mujeres y hombres sabios de la Antigüedad, cada uno de ellos sosteniendo un pergamino que hacía referencia a los diversos aspectos de la Encarnación. Actualmente, gran parte de estas piezas son réplicas, y las originales se encuentran protegidas en el Museo dell’Opera del Duomo.

Giovanni Pisano

Lo novedoso de Pisano como artista fue el modo de distribución de las figuras, que es de tal naturaleza que se dejan totalmente libres las jambas y las dovelas de los pórticos. Llama la atención la concepción radicalmente nueva de la función que se les asigna: en lugar de cumplir el papel de elementos lujosos fundamentalmente arquitectónicos, la propia arquitectura se ha convertido en un escenario en el que las figuras pasean, gesticulan y discuten sus profecías a través de los espacios arquitectónicos. La disminución de los nichos es explotada en beneficio del movimiento de las figuras. La subordinación de la arquitectura a la escultura se manifiesta no sólo en las figuras que se mueven libremente sino también en la profundidad y la riqueza del labrado.

En las figuras de Platón y Habacuc se ve aumentada la tensión en los gestos y en la disposición de la cabeza, y donde aparece por primera vez desde la Antigüedad unas bocas abiertas en actitud de hablar. Otra figura, la de Mariam, se destaca por la relación entre el cuerpo y las vestimentas, en la liberación de la forma en bloque, en la clara articulación, en la complejidad de movimientos y en la intensidad espiritual que expresa. Ciertas distorsiones en las figuras, como el cuello excesivamente largo y curvado hacia delante, parecen traicionar el deseo de compensar los efectos de un escorzo excesivo en figuras que estaban destinadas a ser colocadas en lugares elevados. La preocupación de Giovanni por los efectos del tamaño, la altura y las distancias se evidencia tanto en el creciente énfasis dado a los amplios gestos, a los movimientos solemnes y a las expresiones caracterizadas enérgicamente, como en la profundidad de corte cada vez mayor conferida al labrado de las vestimentas y en cada uno de los detalles.

Se podrían decir muchísimo más acerca de la Catedral de Siena, pero creo que merece la pena destacar el trabajo de Giovanni Pisano, el cual puede admirarse mejor en el Museo dell’Opera del Duomo.

Fotos vía: wikipedia y mundo-trota

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