Espartaco y la rebelión de los gladiadores
Espartaco, nacido aproximadamente en el 113 a.C. en la antigua Tracia, se hizo un lugar en los libros de historia por haber encabezado una rebelión de los esclavos y gladiadores contra el poder de Roma en el sur de Italia. La falta de datos históricos acerca de su persona, que muchas veces se mezcla con la leyenda, no impidió que se convirtiera en uno de los más célebres luchadores por la libertad, además de un gran problema para el imperio romano.
La historia de Espartaco comienza tras su deserción del ejército de Roma, tras lo cual es apresado, pero en lugar de ser ejecutado y tal vez por su ascendencia nobiliaria, es vendido como esclavo. Después de cumplir un tiempo de trabajos forzosos en una mina de yeso propiedad, Espartaco es comprado por Léntulo Batiato, un hombre de negocios que se lo lleva a la escuela de gladiadores. En el año 73 a.C. lidera un motín junto a Crixo y Enomao, escapando junto a 70 hombres más, robando un carro de armamento y terminando con una patrulla enviada desde Capua que debía detenerles. Con las armas que habían conseguido, los fugitivos comenzaron a realizar incursiones de saqueo, y poco a poco se les fueron uniendo nuevos esclavos liberados, hasta superar los 70.000 hombres.
La situación era complicada para Roma debido a que el grueso de sus legiones estaban fuera de Italia, una bajo el mando de Linicio Lúculo luchando en Oriente contra Mitríades y la otra comandada por Pompeyo contra Quinto Sertorio en tierras hispanas. El gran error de los romanos y sobre todo del pretor Claudio Gabro fue subestimar la capacidad combativa de los esclavos, que con sus tropas acampó cerca del Vesubio, en las proximidades del campamento de Espartaco. Los esclavos tomaron por sorpresa a los romanos en un hábil ataque nocturno y Claudio logró escapar, sólo para recibir la reprimenda del senado por su ineptitud. A su sucesor en esta tarea, Varinio, tampoco le fue mejor que a Gabro, y mientras Espartaco continuaba sus saqueos en el sur de Italia sin oposición.
En el año 72 a.C. se movilizan dos legiones desde la frontera norte de Italia para terminar con la rebelión de los esclavos, bajo el mando de Gelio Publícola y Cornelio Léntulo. Al tiempo que Espartaco vencía a Clodiano en los Apeninos, su compañero gladiador Arrio era derrotado en Apulia por las tropas de Crixo, cayendo junto con casi dos terceras partes de sus hombres. Poco después Espartaco se vuelve a erigir vencedor de las fuerzas romanas en el Piceno, donde vence a los dos cónsules romanos.
Los sublevados logran una nueva victoria sobre Roma cuando caen las tropas de Casio Longino, que entonces gobernaba en la Galia Cisalpina, y aunque no se trató de una victoria aplastante sino más bien ajustada, los hombres de Espartaco vieron abierta una nueva posibilidad, la de saquear la propia Roma. Espartaco no quería tal cosa, simplemente quería sacar a sus hombres de la península, ya que sabía que era cuestión de tiempo que los romanos les terminasen aniquilando, y es aquí donde se produce la escisión entre los sublevados.
Por su parte, Roma recurre a Marco Licinio Craso, el entonces hombre más rico del imperio, para que ponga fin a esta situación y le dan el mando de ocho legiones, a las que aplicaría una disciplina más que férrea. Mientras tanto Espartaco logra convencer a los sublevados de que la ciudad de Roma es un objetivo imposible de alcanzar, al menos con los medios de que disponían, y decidieron recurrir a los piratas cilicios para conseguir una flota que les sacase de Italia. Pero los piratas traicionaron a Espartaco y le dejaron a sus hombres a merced de los romanos en la península calabresa, donde Craso pudo acorralarles temporalmente. Ante la negativa de los romanos de pactar una salida pacífica a aquel conflicto, los sublevados logran escapar del cerco de Craso, llegando a Lucania.
Entonces se movilizan las legiones de Lúculo, que se encontraban destacadas en Asia, y las de Pompeyo regresaron de Hispania, reuniendo un contingente de aproximadamente unos 12.000 hombres. Las circunstancias se vuelven en contra de Espartaco cuando se produce una nueva disputa entre sus filas, tras la cual casi 30.000 hombres bajo el mando de Gaunico y Casto caen frente las tropas de Craso. Teniendo como única alternativa al combate la huida hacia el Adriático, Espartaco se ve atrapado entre Craso y Pompeyo en las proximidades de Brindisium (Brindisi).
El último combate para los hombres de Espartaco tuvo lugar en el valle del río Sele (región de Lucania), y esta vez la disciplina de los 40.000 soldados de Craso terminó con cerca de 80.000 esclavos rebelados, de los cuales apenas 7.000 escaparon con vida. Los romanos, en un gesto de crueldad sin precedentes, crucificaron a 6.000 hombres por el camino entre Capua y Roma, a modo de aviso para aquellos que quisieran rebelarse en un futuro. Tanto Craso como Pompeyo tuvieron que disputarse el honor de haber derrotado a Espartaco, ya que a pesar de que la victoria fuese de Craso, Pompeyo llegó antes a Roma a reclamar la victoria.

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