Tropea y las costas del Tirreno

La costa de Tropea, en la región de Calabria, es probablemente uno de los sitios naturales más impactantes de Italia. Sus aguas color esmeralda, las arenas blancas y finas, y las antiguas edificaciones que se recortan en las alturas contra el cielo azul conforman un paisaje mágico.

Dice la leyenda que este encantador pueblo marítimo fue fundado por Hércules, a quien se honró bautizando al puerto con su nombre. Desde los años de dominación normanda, el lugar cobró gran popularidad entre los nobles, que edificaron sus magníficos palacios sobre los acantilados que caen abruptamente hacia la costa del Tirreno.

El pueblo conserva la mayoría de los monumentos que se construyeron durante el siglo XVI, momento de gran expansión y desarrollo. La Porta Nuova es un gran ejemplo del período. Se trata de la entrada a la Piazza Galluppi, y ofrece hermosas vistas desde lo alto de las playas de Tropea.

Cerca de allí, el santuario de Santa Maria dell’Isola también fue erigido sobre un acantilado que se precipita hacia el mar, y provoca una sensación de vértigo ante tanta belleza sobrecogedora. Para llegar a ella, un camino parte desde las arenas de la costa, y conduce a las terrazas ocultas, ideales para obtener vistas panorámicas.

Caminando por las calles de Tropea, es posible encontrar, a cada paso, monumentos maravillosos: palacios, iglesias y residencias lujosas que exhiben decoraciones exquisitas sobre sus entradas principales y en sus fachadas. El valor histórico del pueblo se hace evidente en cada una de estas joyas arquitectónicas.

Un lugar para no perderse es el Museo de Oficios Antiguos, que organiza muestras temporales acerca de los más diversos aspectos del pasado de Tropea. Sorprendentes objetos narran y hacen revivir los días de antaño, que se combinan con las más bellas costas en este destino único del Mediterráneo.

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