Herculano: la otra gran víctima del Vesubio
A pesar de que la mayor afluencia turística siempre ha correspondido a Pompeya, las magníficas ruinas de Herculano constituyen otro desgarrador testimonio de la ira del Vesubio.
Al igual que ocurrió con esta otra ciudad romana, una virulenta erupción volcánica iniciada el 24 de agosto del año 79 a.C. detuvo en seco y para siempre el día a día de esta población, situada en la actual región de Campania, muy cerca de Nápoles.
Conocida en sus orígenes con el nombre de Herakleion, permaneció bajo influencia griega hasta el siglo V a.C. Poco después, cayó en poder de los samnitas y, en el 89 a.C., entró en la órbita de Roma como «municipium» residencial y villa de veraneo. No obstante, el alud de lava y barro antes mencionado la sepultó completamente, hasta que unas excavaciones iniciadas en el siglo XVIII volvieron a sacar a la luz uno de las mayores joyas arqueológicas de Europa.
Paseando por sus calles, el viajero tendrá la sensación de haber retrocedido dos milenios en el tiempo. Curiosa paradoja: lo que destruyó Herculano, el magma, fue también lo que la convirtió en inmortal. Bajo su mortífero manto, se han conservado tabernas, termas, villas, comercios y un significativo abanico de construcciones que permiten adivinar cómo era la vida cotidiana en esta ciudad romana.
Entre sus lugares más destacados, descuellan la Casa de las Rejas, un soberbio ejemplo de vivienda multifamiliar de la época; la Casa de los Ciervos, que debe su nombre a un hermoso grupo escultórico que fue recuperado en su interior; la Casa de Neptuno, en la que puede admirarse un precioso mosaico en el que aparece representada esta divinidad, y la Casa del Bicentenario, una notable residencia patricia exhumada 200 años después del inicio de las excavaciones.
Mención aparte merecen sus baños, construidos en el año 10 a.C. y divididos en dos secciones: la de los hombres, más extensa y más profusamente decorada, y la de las mujeres, más pequeña y modesta, aunque mejor conservada. Asimismo, en el otro extremo del recinto arqueológico, no hay que perderse otras espectaculares termas.
Herculano, junto con otros dos enclaves romanos arrasados por el Vesubio —Pompeya y Torre Annunziata—, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997.
Foto vía: Cèlia Roca

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